Una
teoría muy extendida, afirma
que a finales del siglo XIX la pintura y la fotografía
compitieron
en su afán por reflejar la realidad, y que los pintores
acabaron siendo sustituidos por los fotógrafos
en el gusto del público. Aunque nosotros mismos hemos
sugerido esa idea párrafos atrás, las cosas no son tan sencillas.
Cuando contemplamos la imagen
anterior, es cierto que podemos pensar que se trata de una fotografía,
pero, si observamos atentamente, descubrimos una precisión que la
fotografía de aquella época todavía no era capaz de alcanzar. Como es
sabido, las fotografías a menudo eran retocadas por los pintores, para
corregir errores o eliminar detalles molestos.
Pero hay un aspecto todavía más
llamativo en el que la fotografía era superada por la pintura,
precisamente en su propio terreno, en su pretensión de reflejar la
realidad: la fotografía mostraba un mundo del que habían desaparecido
los colores. Un mundo en blanco y negro.
¿Existe algo más irreal que un
mundo sin color? ¿Con qué autoridad podría pretender la fotografía
reflejar la realidad si hurtaba el color? ¿Es que el hombre pintado por
Dagnan-Bouveret pertenecía a una especie desconocida de hombres
grisaceos? Por supuesto que no.
El hombre de Dagnan-Bouveret, más real que en la mejor de las fotografías de época
El mundo de la fotografía y el
cine en blanco y negro, que llega hasta casi los años cuarenta del siglo
XX es un mundo sin color, aunque hoy se dé la paradoja de que nos
parezca más real una escena de los locos años 20 en blanco y negro que
en color (pero preferimos épocas anteriores, como la romana o la
egipcia, a todo color).
La fotografía y el cine en blanco y negro consiguieron convencer a todo el mundo de que la realidad no tenía color, como en El mago de Oz.
El espectador estaba tan acostumbrado a ver el mundo en blanco y negro en el cine, que consideraba que
el "mundo real" no tenía colores.
el "mundo real" no tenía colores.
El mundo fantástico de Oz era, sin embargo, en colores, es decir, como el mundo real.
Pero la fotografía, es cierto, venció sin discusión
en un mundo que empezaba a ser víctima de la prisa y la rapidez, al poder conseguir en apenas un instante aquello
que un pintor tardaba meses de concienzudo trabajo en llevar a cabo: Antes de este invento
casi todas las personas que se tuvieran en algo posaban para sus
retratos al menos una vez en el curso de sus vidas. Ahora era raro el
que soportaba esta dura prueba, a menos que quisiera complacer o ayudar a
un pintor amigo. Ernst H.Gombrich, Historia del arte
Muchos pintores, no tan pacientes o
no tan dotados como Dagnan-Bouveret para fotografiar la realidad con su
pincel, abandonaron cualquier intento de comparación con los fotógrafos
y crearon un nuevo mundo en el que no pudieran
ser derrotados. Crearon el impresionismo, el cubismo y el
arte abstracto: El arte moderno no habría llegado a ser lo que es sin el choque de la pintura con la fotografía. Ernst H.Gombrich, Historia del arte.
Pero, en contra de lo que se suele suponer, los pintores
realistas y figurativos, como Dagnan-Bouveret, no consideraban la fotografía
como un enemigo, sino como un aliado. Sus verdaderos enemigos, y contra los que Dagnan y otros hiperrealistas avant la letre dirigían todos sus esfuerzos, eran los impresionistas, que incluso les habían robado el apoyo del naturalista Zola.
La conclusión es que, al contrario de lo que se dijo antes, en La novia en el fotógrafo, Dagnan-Bouveret no pintó a un enemigo, sino a un aliado.
El fotógrafo en el cuadro de Dagna-Bouveret
Porque, aunque con los años Dagnan Bouveret fue vencido por todos los ismos
sucesivos y hoy su nombre ni siquiera figura en las historias de la
pintura, durante un tiempo pareció que podía triunfar con ayuda de la
fotografía.
No hay pues rivalidad, sino una alianza entre pintores y fotógrafos. Aunque Pascal Dagnan-Bouveret
superaba a cualquier fotógrafo de su época en la precisión con que
reflejaba la realidad, también utilizaba fotografías
para conseguirlo.
Sin embargo, nos encontramos con una interesante paradoja: los realistas cuadros de Dagnan-Bouveret,
nacidos a partir de la minuciosa observación del natural y del apoyo de fotografías,
quizá se hallan más lejos de la realidad que el arte abstracto.
En efecto, aunque en los cuadros de Dagnan-Bouveret se muestra
una representación tan exacta de objetos y personas que incluso
pueden ser confundidos con fotografías, lo cierto es que casi nunca se
ve en ellos algo real, si por real entendemos algo que ha sucedido más allá de su representación pictórica.
Dagnan-Bouveret podía copiar a la
perfección
objetos, animales y seres humanos, ya fuera del natural o a
partir de
fotografías, pero no se limitaba a trasladarlos tal cual
al lienzo, sino que también los reordenaba, los situaba en lugares
diferentes, en el equivalente pictórico de lo que se llama un montaje
fotográfico. De este modo, Dagnan-Bouveret creaba una escena irreal que
no había tenido nunca lugar, un acontecimiento
que nadie había contemplado nunca.
En uno de sus célebres
cuadros realistas se puede ver a un caballo blanco junto a un caballo negro
y a un jinete.
Pero esos tres elementos nunca estuvieron juntos, excepto
en la imaginación de Dagnan-Bouveret y, por supuesto, en su cuadro. Lo mismo podemos decir de La
procesión del perdón de Bretaña. Quienes miran el cuadro, creerían estar
asistiendo a un momento real, a algo que sucedió, como quien contempla
una fotografía. Sin embargo, no es así.
....
Fotografía que Dagnan_Bouveret
utilizó para una de las mujeres
de su cuadro Le Pardon en Bretagne (la obra al óleo a la derecha)
de su cuadro Le Pardon en Bretagne (la obra al óleo a la derecha)
Esos personajes no estuvieron
nunca en esa calle todos juntos, probablemente la señora arrodillada ni
siquiera hizo nunca la procesión, sino que se limitó a visitar el salón
del fótografo, donde, siguiendo las instrucciones de Dagnan-Bouveret, se
la disfrazó adecuadamente. Quien quisiera ver una representación, un
reflejo como en un espejo, de algo que sucedió en la procesión del
perdón de Bretaña, no podría fiarse del cuadro de Dagnan-Bouveret, a
pesar de su minuciosidad superior a cualquier fotografía.
La pregunta inevitable es si también en La novia en el fotógrafo, Dagnan-Bouveret casó a una pareja que ni siquiera se conocía.
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