La actriz Jane Avril,
de Toulouse Lautrec.
El bañista de Paul
Cézanne.
En el siglo XIX la fotografía estuvo a punto de desposeer al arte de la
pintura de sus funciones utilitarias, ocasionando un perjuicio tan serio
a la situación del artista como lo había sido la abolición de las
imágenes religiosas por el protestantismo.
Ernst H.Gombrich, Historia del arte
El cuadro La novia en el fotógrafo, de Pascal Dagnan-Bouveret
fue presentado en el Salón de París de 1879. Se trata de una escena
típicamente burguesa en la que dos novios posan en el taller de un
fotógrafo el día de su boda.
Había pasado la época en la que los pintores
eran los cronistas privilegiados de acontecimientos sociales como inauguraciones,
bailes y bodas. Ahora los novios preferían guardar una representación
exacta del día más feliz de su vida: la que proporcionaba la fotografía.
Dagnan-Bouveret, hoy un pintor casi olvidado, alcanzó gran fama en su época esta obra La novia en el fotógrafo. Hasta entonces, el público
se había acostumbrado a ver fotografías en las que aparecían
pintores en su taller: era una manera de mostrar a los grandes artistas en acción.
La novia en el fotógrafo. Pascal Dagnan-Bouveret, (1879, óleo
sobre lienzo)
Dos típicas fotografías de
la época, en las que se ve a un pintor
en su estudio. Se trata, precisamente, de Dagnan-Bouveret.
en su estudio. Se trata, precisamente, de Dagnan-Bouveret.
es un manifiesto sobre la condición de la pintura
como arte liberal y, por extensión, sobre la condición de los artistas
(...) La presencia de los reyes avala la nobleza del arte pictórico y
del artista (...) Se trata de un cuadro cuya intención era contribuir a
la batalla por la nobleza de la pintura y los pintores; el mismo
Velázquez ingresó en una orden militar el 28 de noviembre de 1659. Por
ello, Felipe IV mandó pintar la cruz de Santiago sobre el autorretrato
del pintor: fue el signo final de reconocimiento de la nobleza del
pintor y la pintura"
Las Meninas ha sido considerado casi una instantánea
fotográfica, en la que Velázquez congela el momento en el que los reyes,
reflejados en el espejo del fondo, entran en el salón del palacio en el
que él esta pintando. Una perfecta excusa para retratarse a sí mismo y
reivindicar la nobleza de su arte.
Pero Dagnan-Bouveret decide pintar, no a otro pintor en acción, sino, en una arriesgada inversión de Las Meninas, a un fotógrafo sorprendido en el momento mismo de capturar el instante.
Dagnan-Bouveret, pues, convierte
en realidad pictórica una escena cotidiana que hasta entonces había
sido despreciada por la gran pintura. No
resulta extraño que La novia en el fotógrafo
fuese
saludado como un exquisito ejemplo del naturalismo, la
corriente estética que dominaba la época, bajo el liderazgo del
novelista Emile Zola.
El naturalismo pretendía mostrar el verdadero mundo, el de los
pobres y humildes, el de los criminales, el fango, la miseria, el crimen
si era preciso.
Lo que hoy, cuando contemplamos La novia en el fotógrafo
nos puede parecer una escena encantadora, entonces resultaba una imagen
casi cruel de ese mundo sórdido de la fotografía, un mundo de burgueses
a lo sumo, muy lejos de aquel noble mundo de Las meninas. Pero, ¿por qué Dagnan Bouveret quiso convertir en sujeto pictórico a uno de sus rivales, a un fotógrafo?
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