El número de oro no es sólo un instrumento matemático, también puede ser
un arma creativa en manos de los mejores arquitectos y artístas de la
historia de la humanidad.
El çaureo, utilizado desde la época de los egipcios para la construcción de
edificios, fue explotado por los griegos al máximo, usándolo en todas
las facetas del arte. Más adelante, la evolución de la geometría
contribuyó al desarrollo técnico y científico de la humanidad; además
de ámpliar los horizontes creativos de pintores, escultores y
diseñadores.
Número de oro y Arquitectura
El primer uso conocido del número áureo en la construcción aparece en la pirámide de Keops, que data del 2600 a.C. Los egipcios levantaban sus tumbas, mastabas y
pirámides sobre todo teniendo en cuenta las relaciones geométricas que
se observan en volúmenes matemáticos.
Esta pirámide tiene cada una de sus caras formadas por dos medios
triángulos áureos: la más aparente, aunque no la única, relación
armónica identificable en el análisis de las proporciones de este
monumento funerario en apariencia simple.
Otro ejemplo vendría dado por el Partenón ateniense: su alzado es el paradigma de rectángulo áureo en el Arte.
El Partenón fue mandado construir
por Pericles, en honor de la diosa Atenea.
Su realización fue encargada a los
arquitectos Calícrates e Ictinios bajo la supervisión
artística del maestro Fidias entre los años
447 y 432 a.C.
Fidias, utilizó en su construcción su conocimiento de la belleza
y armonía inherentes al número áureo para fijar las dimensiones
de todo el edificio y situar los detalles escultóricos.
En su diseño los arquitectos debieron de realizar numerosos
estudios y maquetas como se desprende del hecho de que cada elemento
debió ser concebido
individualmente en razón de las correcciones ópticas que eliminan
las aberraciones que produce la perspectiva.
El número áureo
se denota con la letra griega "Fi" ,,
en honor a Fidias.
Partenón. Fidias
Y, del mismo modo, el Templo de Ceres,
en Paestum (460 a.C.), tiene su fachada construida siguiendo un sistema
de triángulos áureos, al igual que los mayores templos griegos,
relacionados, sobre todo, con el orden dórico. Éste incorpora en sus columnas un capitel puramente geométrico con tres molduras: collarino, equino y ábaco. Sobre ella descansa el entablamento, también con tres partes: arquitrabe, friso y cornisa.
Cuenta la leyenda que se tomó la medida del pie de un hombre, sexta
parte de su altura total, y se aplicó esta proporción a la edificación
de una columna, por lo que en ella se aprecian las proporciones, fuerza y
belleza del cuerpo masculino.
Otra edificación de interés vendría dada por la Tumba Rupestre de Mira, en Asia Menor. Ésta basa su construcción en un pentágono áureo en el que el cociente de la diagonal y el lado de dicho pentágono es el número áureo.
Número de Oro y Arte
En Pintura y Escultura también tuvo su apogeo el número áureo. En la primera, destaca el cuadro de Dalí Leda atómica,
pintado en 1949; sintetiza siglos de tradición matemática y simbólica,
especialmente pitagórica. Se trata de una filigrana basada en la
proporción áurea, pero elaborada de tal forma que no es evidente para el
espectador.
En el boceto de 1947 se advierte la meticulosidad del análisis
geométrico realizado por Dalí basado en el pentagrama místico
pitagórico.
Leda Atómica. Dalí, 1949
En escultura hay que destacar el famoso Apolo de Belvedere.
Los lados del rectángulo en el cual está idealmente inscrita la estatua
del Apolo de Belvedere están relacionados según la sección áurea, es
decir, con una proporción de 1:1,618.
En el siglo pasado, las construcciones se caracterizan en cuanto a su
clasificación social; no obstante, se abandona la decoración ornamental
en la búsqueda de líneas y planos donde se juega con la estética, la
proporción y los volúmenes, siendo la geometría formal el más importante
y predominante elemento estético.
Es de destacar la primera fase del Cubismo, creada por la fusión del primitivismo de Picasso con las formas post-Cezanne de Braque,
simplifica las formas en bloques de monumentalidad aligerada por la
ambigüedad de los contornos y la evitación del escorzo que hubiera dado a
los objetos una existencia tridimensional.
Le Corbusier y el modulor
También fue importante la figura de Le Corbusier,
el cual se interesó de modo especial en las proporciones del cuerpo
humano. Quería presentar una medida humana como alternativa al metro -la
millonésima parte del cuadrante terrestre-, introducido por Napoleón.
El resultado fue “el modulor”,
un sistema de diseño basado en la medida de 113 cm. (la altura del
ombligo medida desde el suelo) y en una proporción la sección áurea.
De esta manera una ventana estará a 113 cm. de altura, dividiéndola
con la sección áurea, se obtienen 70 y 43 cm., las altura de una mesa y
de una silla. Multiplicándose por dos, se obtienen 226 cm. la altura de
la habitación, como un hombre con el brazo levantado. Y así
sucesivamente.
El modulor consiste en dos escalas, la roja y la azul. Las
dimensiones de la escala azul son el doble de la escala roja, y las
divisiones de cada escala se basan en la proporción áurea. Por tanto el
modulor no es solamente un instrumento de proporción arquitectónica,
sino también un medio de asegurar la repetición de formas similares,
como las diferentes formas que pueden hallarse en un rectángulo, gracias
a unas líneas transversales horizontales y verticales.
La unidad de longitud de cualquier escala tiene su importancia, y la
del modulor se basa en el cuerpo humano. Otro módulo usado por Le
Corbusier es el del hombre con el brazo levantado por encima de la
cabeza. Estos módulos se usaron con bastante éxito en el diseño de
muebles, además de edificios.
El Número de Oro se ha encontrado presente desde las impresionantes
construcciones de nuestros antepasados hasta las grandes obras de Arte
de nuestro tiempo: la importancia de la proporción áurea en la Historia
del Arte queda más que demostrada; y por tanto, vigente en el ser humano
como parte de su esencia.
MIERDA
ResponderEliminarJSAJDA MIERDA
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